El general Colomé, cerebro de la Inteligencia cubana, flipa con la ‘conspiración cubana’ inventada por Ángel Carromero



Ángel Carromero, el torpe paniaguado del PP que el 22 de julio de 2012 estrellaba un coche en la provincia cubana de Granma provocando la muerte de los dos disidentes políticos locales que le acompañaban en el vehículo, Oswaldo Payá y Harold Cepero, haría bien de cesar en su absurdo empeño para intentar vender mediáticamente la ‘conspiración’ montada por la Dirección General de Inteligencia castrista (la DGI que depende del ministro del Interior, general Abelardo Colomé Ibarra) para ‘asesinar’ a los fallecidos, que murieron bajo su exclusiva responsabilidad como conductor del vehículo accidentado.


De hecho, el político español conducía de forma ilegal, dado que su permiso se encontraba anulado y sin puntos, tras haber sido multado varias veces por exceso de velocidad y por hablar por teléfono durante la conducción, con lo que en el entorno de la instrucción judicial cubana se le conocía coloquialmente como el ‘volanticida’. Antes del accidente, Carromero había acumulado más de 40 multas de tráfico en España, generalmente por mal aparcamiento, impuestas desde el año 2009.


Tras dictaminar los tribunales competentes que Carromero fue culpable de dos homicidios imprudentes, condenándole a 4 años de prisión, de los que se ha librado al serle concedida la gracia de ‘incumplir’ la pena en España, su desagradecido testimonio en suelo patrio, acogido de nuevo al pesebre del PP, se ha convertido en la principal ‘prueba de cargo’ para que Ofelia Acevedo y Rosa María Payá, respectivamente esposa e hija de Oswaldo Payá, interpongan una querella ante la Audiencia Nacional por un delito de lesa humanidad, alegando su presunto asesinato “por motivos políticos” y “como parte de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil o contra una parte de ella”.


Las querellantes acusan del citado delito a dos militares, el teniente coronel Águilas, jefe de Instrucción de Delitos de la Seguridad del Estado, y al coronel Llanes, oficial de dicho Departamento, ambos responsables de la investigación del accidente, montado según ellas nada menos que “como parte del plan preconcebido para terminar con la vida de los dos disidentes cubanos y luego disfrazar dichos asesinatos como accidentales”.


Con independencia de otras consideraciones de orden jurisdiccional, y dada la denunciada naturaleza ‘conspiratoria’ del accidente protagonizado por Carromero, éste tendría que explicar, de entrada, la razón de que él mismo y el cuarto ocupante del vehículo, el político sueco Jens Aron Modig, resultaran ilesos y no fueran ‘eliminados’ también por los servicios secretos cubanos como incómodos testigos de los supuestos asesinatos. Eso sería lo adecuado en una historieta como la suya, de despiadados agentes 007 con licencia para matar…


Lo cierto es que, conociendo la opacidad y profesionalidad del Servicio de Inteligencia cubano, uno de los mejores del mundo, y su larga experiencia en operaciones encubiertas, tanto civiles como militares, cuesta creer que, en tal caso, dejaran al ‘angelito Carromero’ vivito y coleando para que enredara como está enredando con su absurda ‘teoría de la conspiración’. Y ello al margen de que Oswaldo Payá no estuviera considerado como un opositor especialmente ‘preocupante’ para el castrismo.


En el ministerio del Interior que dirige el general Colomé, que además de ser un reconocido héroe de la Revolución es un experto en Inteligencia sobradamente acreditado a nivel mundial (se graduó en la Escuela Superior Frunze en la antigua URSS, donde también cursó estudios de Inteligencia y Contra-Inteligencia Militar), se flipa literalmente con el caso, sin dejar de hacer bromas constantes con los dirigente del PP a tenor del singular perfil imaginativo y ‘volanticida’ de Carromero. Más o menos lo mismo que sucede en la Embajada de Cuba en Madrid, titulada por Alejandro González Galiano.


El general de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé Ibarra, conocido entre sus compañeros como Furry, es miembro del Buró Político y del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desempeñando actualmente los cargos de ministro del Interior (desde 1989) y vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Posee todas las condecoraciones civiles y militares de su país, incluyendo la de ‘Héroe de la República de Cuba’.


El prestigio del general Colomé es tal, que el propio Raúl Castro no se ha privado de reconocer que, aunque esté al frente del ministerio del Interior desde hace casi 25 años, siempre será también el ‘número dos’ del MINFAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias).


Para no dejar a su partido y al Gobierno del PP en la ridícula situación en la que les está dejando, y sobre todo por su interés personal habida cuenta de lo que tiene enfrente, el ‘angelito Carromero’ debía cortar por lo sano su ‘tontuna conspiratoria’, dejar de atetar en las Nuevas Generaciones del PP (la criatura va camino de los 30 añitos) y hacerse un hombrecito de verdad, antes de que se le caiga el pelo del todo.


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